martes, 28 de julio de 2015

Capítulo 2 - Inicios tranquilos |No.6|

Historia




Autor/a: Astuko Asano
Sinopsis: 
El año es 2013, en la ciudad de No. 6- la ciudad que personifica los más altos ideales de la humanidad. Shion ha sido criado como un élite de alto rango desde los dos años, pero en la noche de su doceavo cumpleaños, su destino se vuelve de cabeza cuando conoce a un chico que se llama a si mismo Nezumi. 
¿Por qué abrí la ventana esa noche? Nunca habría necesitado saber lo que era pelear, estar hambriento o sufrir de angustia... 
Capítulo: 2.
Géneros: Shonen ai, ciencia ficción, post-apocalíptico.
Personajes: Shion y Nezumi.


Capítulo 2

Inicios tranquilos


Índice del caso (Primer ejemplar descubierto)
Varón, 31 años. Empleado en una firma de biotecnología. Ingeniero. Ya muerto al descubrirlo. Dirección confirmada... 

El hombre se hundió en la banca del parque Forestal, y suspiró. Se preguntaba cuantas veces ya había suspirado esa mañana. Suspiró, y observó la lechuga en su mano, eso le hizo suspirar de nuevo. Hojas verdes y frescas envolvían firmemente la cabeza de lechuga — en cuanto a calidad, era de primera clase. Arrancó una hoja y se la llevó a la boca; tenía un delicado sabor y la textura era excelente, de verdad de primera clase. Entonces ¿Por qué no se estaba vendiendo? 

La lechuga era obra de este hombre. Había trabajado largamente en el desarrollo de la biotecnología que produjera productos frescos, o sea los llamados vegetales de hoja. Creyó que esos bio-vegetales seguros, económicos y deliciosos serían la solución al aumento de la crisis alimentaria, y pronto se convertiría en un pilar de la distribución de comida. Había confiado en que así sería, pero las ventas en el mercado no iban tan bien como había esperado, y el hombre estaba perdiendo la esperanza. Los compradores parecían preferir productos transportados de los campos de los Bloques del Sureste, en vez de sus bio-vegetales. La tendencia era especialmente fuerte en cuanto a vegetales de hoja, como la col y lechuga. Le había dicho su jefe que si eso continuaba, tendría que empezar a pensar en descontinuar la producción. 

La base del cuello le picaba, le había estado picando durante un rato. El hombre era propenso a tener sarpullido cuando estaba cansado. Probablemente para la noche, un sarpullido rojizo se le habría esparcido por todo el cuerpo. Demasiadas cosas desagradables estaban ocurriendo hoy. Suspiró de nuevo. La lechuga en su mano se sintió pesada. 

Un pitido salió del bolsillo de su pecho. La pantalla del teléfono móvil en su tarjeta ID se iluminó, y apareció el rostro de una mujer joven. 

―Saludos del Sistema de Información Municipal. Es la notificación de los resultados del Examen Infantil para el que se registró. Para confirmar su cuenta, por favor introduzca su número de Ciudadano... ―Antes incluso de que la mujer hubiera terminado de hablar, el hombre empezó a teclear su número. Hoy era el día del Examen de su hija de dos años. Era una niña adorable e inteligente. Nunca se había atrevido a decirlo en voz alta, pero albergaba secretamente la expectativa que ella podría ser reconocida como de rango superior. 

―Gracias. Hemos confirmado su huella digital y número de registro. Su información es la siguiente... ―Apareció el nombre de su hija, seguido por un conjunto de cifras detalladas. Peso, altura, tamaño de pecho, estado de salud, estado nutricional, fase de desarrollo, valoración de distintas habilidades... todas con calificaciones promedio de A hasta C. Ella no era demasiado retrasada, ni sobresalientemente inteligente, a eso se resumía. El hombre miró la pantalla por un momento, y devolvió su tarjeta a su bolsillo. Pensó en la sonrisa de su hija. 

Oh, bueno. 

El hombre se habló a si mismo, y sonrió a la cabeza de lechuga en su mano. Talentosa o no, su hija seguía siendo su hija. Él la quería y adoraba; y eso era suficiente. 

Repentinamente, una idea se desató en su mente. Tal vez, ¿Se había quedado atascado en la idea de lo mejor, la mayor perfección? Era verdad – no había nada de que quejarse sobre esa lechuga, pero tal vez la perfección también era la ruina. Si esas cabezas de lechuga, idénticas y perfectas eran apiladas fila tras fila, los consumidores no se sentirían inclinados a comprarlas. ¿Qué tal si la perfección realmente estaba apartando a los consumidores? 

Un robot de limpieza se aproximaba. Una cabeza redonda sobre un cuerpo metálico, y dos brazos extendidos para agarrar la basura y arrojarla dentro del contenedor de basura localizado a mitad de su cuerpo. Sí, esa lechuga era como ese robot: Estaba limpia y en buen estado, pero era demasiado artificial. Los vegetales que los consumidores querían eran más únicos, más naturales... La lechuga rodó de su mano. El hombre rápidamente se inclinó para levantarla, y frunció el ceño. 

¿Eh? 

Sus dedos se agarrotaron, su visión se hizo borrosa, era difícil respirar. El robot cogió la lechuga y se detuvo. Una joven voz masculina le preguntó. 

―¿Puedo tirarlo a la basura? 

El hombre abrió la boca para hablar, y fue remplazado con una especie de tosido. Al mismo tiempo, algo salió disparado de su boca: Dientes, sus dientes estaban cayéndose. 

―¿Está seguro? La tiraré ahora. ―La lechuga fue arrojada dentro del contenedor de basura, y el robot se alejó. 

―Espera, ayúdame... 

El hombre extendió la mano, y dio un grito de horror. Todo su brazo estaba plagado de manchas; su cuerpo se hizo más pesado. El hombre se tambaleó, y se derrumbó en el suelo, entre la banca y los setos. 

―Shion, échale un vistazo a esto. 

Eran pasadas las seis cuando Shion fue llamado por su compañero de trabajo, Yamase. Los dos eran las únicas personas en la Oficina de Administración del Parque; juntos operaban y mantenían los tres robots de limpieza que patrullaban el parque. Robots de trabajo como esos aún estaban en fase de prueba, e incluso los simples robots de limpieza eran propensos a descomponerse. Operarlos también era una molestia, porque no eran buenos identificando la basura. Después de grabar como basura un objeto en la memoria de la computadora la primera vez, se suponía que después la reconocería automáticamente; pero el robot enviaba errores de “objeto desconocido” todo el tiempo. De hecho hubo una hace media hora, la imagen que le había enviado lucía como una cabeza de lechuga, y Shion había dudado un momento sobre qué hacer. Había encontrado otras cosas antes sobre las que se preguntó si debiera llamarlas basura, como un polluelo que había caído de un árbol, o un sombrero con una decoración de plumas bastante extravagante. La lechuga, sin embargo, era la primera. 

―¿Qué pasa? ―Se paró detrás de Yamase, que estaba sentado en el panel de operación. 

―Mmm... Sampo está actuando raro. 

A Yamase le gustaba llamar a los tres robots por sus apodos. Sampo era el Robot No. 3; hoy estaba trabajando en los rincones más apartados del parque. Sampo también era el que había recogido la cabeza de lechuga. La pantalla enfrente de él mostraba un error parpadeando en rojo, notificándoles de un objeto no identificado. 

―¿De qué es la imagen?

―Sí, sobre eso. No está muy claro, pero... es extraño. 

―¿Extraño? 

Yamase tenía veinte –cuatro años mayor que Shion– y era tranquilo por naturaleza, rara vez se agitaba por algo. La naturaleza calmada de su compañero era una de las dos razones por las que a Shion le gustaba su lugar de trabajo. La otra razón era porque su trabajo era mayormente tratar con máquinas, no tenía que hablar con la gente. 

―Aquí, mira esto, ―dijo Yamase, cambiando la pantalla a la cámara. 

―¿Puedes enfocarlo un poco más? 

―Claro, ―fue la respuesta, y las manos de Yamase se movieron con rapidez sobre el panel de control. La imagen se hizo más nítida. 

―¿Qué...... ―Shion se inclinó hacia enfrente, y el aliento se le atascó en la garganta. ¿Pies? Un par de piernas en pantalones sobresalían de detrás de la banca. Podía ver calzados un par de zapatos parduscos. 

―¿Crees que está durmiendo...? ―la voz de Yamase tembló. ―¿Algún signo vital?

―¿Eh? 

―¿Puedes elevar los sensores de Sampo al máximo? ―Sampo estaba equipado con distintos receptores que podían identificar calor, sonido y textura. La voz de Yamase se agitó más violentamente. 

―Oxígeno, emisión de calor... cero. No hay signos vitales. ―Iré a ver, ―dijo Shion abruptamente.

―Yo también iré. 

Saltaron a sus bicicletas, y pedalearon tanto como pudieron. Las bicicletas se habían hecho tremendamente populares en los últimos años, y las estadísticas mostraban que en promedio los ciudadanos tenían 1.3 bicicletas. Los zapatos para correr también se vendían bien; más que un modo conveniente y fácil de transporte, parecía que la mayoría de la gente escogía caminar, pedalear, y otras formas de usar sus propios cuerpos. Popular o no, para un estudiante como Shion, algo así de económico, que se manejara fácilmente y sin gastos de combustible era más bien una necesidad. 

Había límites de velocidad incluso para las bicicletas en el parque. Shion pedaleó a toda velocidad por el camino en que normalmente solamente paseaba. En estos días la mayoría de los vehículos estaban equipados con un mecanismo de restricción que se activaba automáticamente cuando el vehículo rebasaba cierta velocidad; las bicicletas no eran la excepción, y el mecanismo estaba usualmente en la palanca de frenos. Pero la bicicleta de Shion era un modelo antiguo, y no estaba equipado con un restrictor de velocidad. Tendría que pagar una multa si el Departamento de Transporte lo descubría, pero justo ahora, le alegraba poder ir tan rápido como pudiera. 

Alcanzó un área tranquila aislada por árboles. Sampo permanecía debajo de un dosel de hojas susurrantes; su cabeza articulada, ligeramente inclinada a un lado, lo hacía parecer pensativo o desconcertado. 

―Sampo. ―En respuesta a la voz de Shion, sus ojos LED2 se iluminaron de verde. Shion miró detrás de la banca, y se congeló. 

―Shion, ¿Qué sucede? ―Yamase llegó un poco después, e hizo un ruido sordo con la garganta. 

El hombre yacía detrás de la banca, como si quisiera ocultarse; su boca estaba abierta y sus ojos lucían muy abiertos y fijos. Su expresión reflejaba sorpresa, más que miedo o dolor; parecía como que algo lo había conmocionado momentos antes de morir. Su cabello era blanco como la nieve, y en sus mejillas había manchas que lucían como manchas por la edad, las arrugas eran pronunciadas. Era muy viejo. 

―Aunque esa es una camisa muy llamativa para su edad. 

Shion recalcó internamente, viendo la camisa rosa claro que el hombre usaba. 

―Yamase-san, ¿Puedes contactar al Departamento de Seguridad? 

―¿Eh? Oh... oh sí, por supuesto. Seguro. Dame un minuto... ¿Hola? Um, de la Oficina de Administración del Parque... ―Medio escuchando la temblorosa voz de Yamase mientras explicaba la situación, Shion extendió cautelosamente la mano para tocar al hombre. El Rigor mortis había empezado a extenderse por todo el cuerpo. 

―Eso es imposible, ―murmuró Shion con incredulidad casi automáticamente. 

―Es demasiado pronto. 

El Rigor mortis normalmente empezaba a expandirse al menos una hora después de la muerte – dos o tres horas en la mayoría de los casos; empezaba en la mandíbula y se extendía gradualmente hacia abajo para terminar en las piernas. A juzgar por esto, este hombre debía llevar muerto varias horas, pero 30 minutos antes, ese cuerpo no estaba ahí. Si así fuera, Sampo lo hubiera notado. Sabía que una persona viva había estado sentada en la banca, después de confirmar la lechuga, los sensores de Sampo habían registrado la presencia de un humano vivo. Por supuesto, no tenía evidencia para probar que ambos fueran la misma persona. No, no podía ser de ninguna forma; no había manera en que una persona que estaba viva 30 minutos antes pudiera pasar por un rigor mortis completo en ese corto tiempo. Entonces– ¿Había estado alguien más sentado en esa banca, sin percatarse del hombre muerto? 

―Imposible. 

Shion soltó el brazo del hombre, que se sentía más rígido y frio que el brazo mecánico de Sampo. Era imposible, incluso si el hombre hubiera estado tirado muerto sin ser notado, Sampo lo habría captado. De hecho, Sampo había reaccionado a su presencia, y enviado un error de “objeto desconocido” hace unos minutos. Eso significaba que 30 minutos antes, no había cadáver aquí. 

Shion creyó ver moverse al cuerpo. Por supuesto, era sólo su imaginación, pero– Shion ahogó un grito de horror. La mandíbula del hombre, rígida hasta hace unos minutos, empezaba a reblandecerse; creyó que incluso podía oler un ligero aroma a putrefacción. El hombre estaba boca abajo, y detrás de sus orejas, Shion pudo ver una mancha verde oscura que empezaba a extenderse. Definitivamente, eso no estaba antes allí, ciertamente no era apreciable a simple vista. Shion se inclinó más. 

―Ya vienen― Yamase suspiró de alivio. Un coche del Departamento de Seguridad se acercaba silenciosamente. 

―Así que en espacio de diez o más minutos, ¿Viste rigor mortis total– y empezó a descomponerse justo después? Eso es imposible, ―concluyó Safu, después de tragar un bocado de su dona de chocolate. El sitio de comida rápida en el que estaban, localizado cerca de las partes más antiguas de la ciudad, estaba lleno de todo tipo de gente.

―Y si dices que olía a putrefacción, entonces eso significa que la descomposición por bacterias ya había empezado, ¿Cierto? No puede ser. Incluso a mitad de verano, tomaría al menos 30 horas- ¿Correcto?– que el rigor mortis se extendiera completamente. 

―Bajo un determinado conjunto de condiciones, tomaría 36 horas en época de verano, 3-7 días en invierno, y 60 horas en el clima que tenemos ahora. Eso es lo que dicen los libros de texto, ―respondió Shion, apartando la mirada del rostro de Safu y tomando un sorbo de su taza de té. Se sentía melancólico, y cansado. 

―¿El Departamento de Seguridad te hizo pasar un mal rato? ―Safu escudriñó su rostro. Su cabello corto enmarcaba su delicado rostro y grandes ojos, que le daban una especie de atractivo misterioso y andrógino. Safu también estuvo entre los de rango superior de inteligencia, durante sus Exámenes de los Dos años de edad. Ella era una de sus varios compañeros de clase con los que había estudiado en la misma escuela hasta los diez años; y actualmente, a la edad de dieciséis, era la única con la que Shion compartía una relación cercana. Ella se especializaba en fisiología, y pronto tenía programado un intercambio a otra ciudad. 

―Era una muerte antinatural después de todo, tenían que sospechar. Probablemente debido a eso te interrogaron mucho, ¿No es así? 

La Safu que Shion conocía en el salón de clase era una chica pequeña y tranquila y seguramente sería igual en el laboratorio; pero cuando estaba a solas con Shion, Safu sonreía frecuentemente, comía bien, y relajaba su tono formal. Shion terminó su té, y sacudió lentamente la cabeza. 

―Na, no fue tan malo como pensé. ―A decir verdad, el interrogatorio del Departamento de Seguridad fue sorpresivamente corto. Todo lo que hicieron fue tomar la información que Sampo había grabado del cuerpo, y pedir una explicación de ambos sobre la situación. Los oficiales hablaron bruscamente cuando descubrieron que la dirección registrada de Shion estaba en el distrito de Lost Town, cerca al Bloque Oeste; pero Shion estaba acostumbrado a esa clase de comportamiento y no pensó nada de ello. 

―¿Entonces por qué luces tan deprimido por ello? Justo ahora eres la imagen de un joven atribulado. 

―Eso... simplemente no parece correcto. 

―¿El rigor mortis y el tiempo de en que se extendió? 

―Así es. Tú misma lo dijiste, Safu. No es posible. Estás en lo correcto, no hay condiciones presentes que pudieran acelerar a ese extremo el rigor mortis y su extensión. 

―Quieres decir sin condiciones en términos de temperatura o humedad, o alguna otra influencia externa, ¿Cierto? No sabrías si puede haber una causa interna que lo acelerara hasta que realices una autopsia. 

―Causa interna, Eh... ¿Cómo cual? 

―Por ejemplo, si esa persona estaba gravemente debilitada, no se hubiera puesto tan rígido, y no hubiera durado tanto. En personas con envenenamiento por fósforo o en niños, se dice que es casi inexistente... 

―Definitivamente no era un niño, eso puedo decírtelo. 

Safu inhaló indignada y fulminó con la mirada a Shion. 

―Sólo era un ejemplo. Eres tan sarcástico como siempre, ¿No es así? Eso no ha cambiado para nada. Pero supongo que no hay mucho que podamos hacer si no tenemos información. 

―Sí... ―Shion asintió vagamente, e inconscientemente mordió su labio inferior. Información, libros de texto, manuales... había veces cuando se volvían completamente inútiles. Lo que una vez había creído era absolutamente cierto se anulaba siempre muy fácilmente, y se derrumbaba frente a él; lo había experimentado cuatro años antes. 

―Shion. ―Safu puso los codos en la mesa, y dobló sus manos una sobre otra, colocó su barbilla sobre ellas y miró a Shion. 

―Quiero preguntarte algo. 

―¿Qué? 

―Hace cuatro años- ¿Por qué no te alistaste en el Curso Especial? ―Fue como si su pregunta viera a través de él. Shion cortó con las manos un trozo del pay de manzana ligeramente dulce; el relleno rezumaba en el plato. 

―¿Por qué lo preguntas ahora? 

―Porque quiero saber. Incluso desde un punto de vista objetivo, eras un estudiante estelar: captabas bien la información y sabías cómo aplicarla. Todos los maestros tenían altas expectativas de ti. 

―Me estás dando demasiado crédito.

―Es la verdad, los números lo prueban. ¿Quieres que te muestre de 
nuevo tus resultados del Test de Habilidades de hace cuatro años?

―Safu. ―Tenía un sabor amargo en la boca. Se sentía como si brotara desde el propio núcleo de su cuerpo. 

―¿Cuál es el punto de preguntármelo ahora? Hace cuatro años, decidieron que no estaba cualificado para el Curso Especial, así que perdí todos mis privilegios especiales. Yo no decidí no entrar, no pude. Ahora trabajo para la Administración del Parque para pagar mi matrícula, y estoy tomando cursos de Ingeniería del Departamento de Trabajo. Pero mi asistencia no es muy buena, así que ni siquiera estoy seguro de poder graduarme. Esa es la realidad. Esa es la verdad de la que estás hablando, Safu. 

―Y ¿Por qué perdiste tus privilegios? 

―No quiero hablar sobre eso. 

―Pero me encantaría que me lo dijeras. 

Shion terminó de lamer de sus dedos la corteza del pay, y cerró firmemente la boca. No quería hablar sobre ello, o, más bien, no podía pensar ninguna explicación que hiciera entender a Safu. 

La razón era simple: le había dado cobijo por la noche a un CV, y le había permitido escapar. El Departamento de Seguridad lo había descubierto, habían encontrado sospechoso que su madre, Karan, hubiera dejado desactivada la alarma, y Shion hubiera apagado el Sistema de detección de objetos desconocidos en su propia habitación. Los sistemas de seguridad de cada casa estaban conectados al sistema de cómputo del Departamento de Administración Central, y lo habían rastreado fácilmente. 

No había pasado ni una hora desde que Nezumi hubiera desaparecido cuando oficiales del Departamento de Seguridad estaban golpeando su puerta. Ese fue el inicio de su interrogatorio largo y persistente. 

¿Entonces, sabías que era un CV?
Sí.
¿Por qué no llamaste inmediatamente a la policía?
Bueno...
Responde mi pregunta. 
No necesitas apresurarte. 
Sólo danos una respuesta clara y precisa.
Fue porque lucía de la misma edad que yo, y estaba gravemente herido. 
Así que sentí pena por él...
Así que simpatizaste con este CV, no contactaste a la policía, sino que en vez de eso curaste sus heridas y lo ayudaste a escapar.
Así terminó siendo, sí. 

El oficial de Investigaciones e Interrogatorios del Departamento de Seguridad se llamaba Rashi; habló gentilmente durante toda la reunión, nunca levantó la voz o el puño con violencia. Cuando su investigación agotadora de dos días terminó y Shion fue liberado, incluso le dio una amistosa palmada en el hombro y dijo, ―Ha sido difícil, lo sé. Gracias. ―Pero los ojos de Rashi no sonrieron ni una vez, y Shion lo había notado. Incluso ahora, cuatro años después, esos ojos fríos acudían a sus sueños, perforándolo con su mirada. Se despertaba por la mañana, temblando, y empapado en sudor. 
Ocultó a un criminal y lo ayudó a escapar. Shion no había sido sentenciado por ese crimen, pero se le consideró seriamente deficiente en capacidad de juzgar apropiadamente y tomar acción, y como consecuencia se le removieron sus privilegios especiales. 

Cuando la tormenta pasó, Shion y Karan fueron expulsados a las calles, bajo un cegador cielo azul. No tenían lugar donde vivir, o cualquier otro medio para sustentarse y el Curso Especial en Ecología se había vuelto algo más lejano e inalcanzable que las nubes que flotaban sobre ellos en el cielo. 
Una certeza, algo definido que habían tenido en sus manos tan solo ayer, unos momentos antes, se había desvanecido. Se habían dispersado por el viento, más frágiles que las hojas que había visto revoloteando en la tormenta. Fue un sentimiento de pérdida que sintió por primera vez en su vida. 

No. 6 no tenía un sistema de asistencia social, sólo existía un sistema de seguridad jerárquico basado en el nivel de contribución que una selecta cantidad de ciudadanos tenían que ofrecer a la ciudad. Shion y Karan, lejos de contribuir a la ciudad, fueron tratados como gente que habían fallado en cumplir su responsabilidad como ciudadanos. Estaban en el rango más bajo posible y eso significaba que, aparte de permitírseles permanecer en la ciudad, fueron excluidos de cualquier ayuda o asistencia. 

Élite de caja Petri. Nezumi había usado ese término esa noche, y era cierto. Se dio cuenta de la verdad de ello después de haber sido arrojado de su contenedor sellado y protegido. No. 6 no era otra cosa que una sociedad de castas; la dinámica vertical de la población estaba ordenada pulcramente en una estructura piramidal. Una vez que caías de los peldaños superiores, no era fácil trepar de regreso. 

―Mírate, tan serio. ―Safu se rió. ―Entiendo. Si es tan difícil de explicar, entonces no preguntaré. 

―Lo siento.― Shion levantó una mano e inclinó la cabeza en disculpa. Estaba aliviado de que ella no preguntará más. Los eventos eran lo suficientemente fáciles de explicar. Quiso decirle a Safu, para que supiera sobre los dramáticos eventos que habían puesto de cabeza su vida, pero lo que Shion no podía comprender, que no podía encontrar palabras para explicar, eran sus propios sentimientos. Incluso le sorprendió el ligero alivio que sintió. Se sintió conmocionado ante la fragilidad de su posición, y más de una vez se había encontrado acurrucado, incapaz de luchar con su sentimiento de pérdida; pero ahora, cuatro años después de atravesar todo eso, reflexionó: ¿Qué hubiera hecho si pudiera regresar el tiempo a ese día, en su doceavo cumpleaños? ¿Llamaría a la policía? ¿Activaría la alarma de seguridad? La respuesta siempre era “no”. 

Incluso si tuviera la oportunidad de regresar a esa noche, haría lo mismo. Habría tomado el viento y la lluvia, y el intruso que venía con ellos. Lo sentía con certeza, y su certeza le causaba malestar. No era como si encontrara ahora más satisfactoria su vida que antes, aún tenía mucho apego a la ecología, su vanguardista ambiente de aprendizaje, su vida confortable– y bastante vergonzoso, incluso el reconocimiento, las palabras de orgullo y ánimo y las miradas de admiración de las que era centro. Pero incluso así, haría lo mismo. Si aceptar a Nezumi significaba su propia destrucción, entonces se dirigiría hacia la destrucción una y otra vez, no se arrepentía de lo que hizo; pero no podía explicar por qué. Desde esa noche, otros huracanes habían ido y venido. Escuchando el excitado murmullo de las hojas en el viento, Shion no sentía arrepentimiento, más bien una especie de anhelo. Anhelo a verlo de nuevo. 

Shion no tenía la confianza de explicárselo a Safu lo suficientemente bien. No tenía otra opción que permanecer en silencio. 

―¿Entonces podemos irnos, Shion? ―Safu se levantó. El restaurante estaba incluso más repleto, y ahora apenas podían escuchar la voz del otro. 

―Te acompañaré a la estación, ―ofreció Shion.

―Por supuesto. Tendrías que ser insensible para dejar que una chica 
vaya sola a casa, ¿No es así? 

―Oh vamos, ―replicó Shion, ―ambos sabemos lo fuerte que eres, incluso aunque luzcas pequeña y delgada. Y eres veloz. De hecho, siempre pensé que eras más apta para artes marciales que para fisiología. 

―¿Sabes qué?, tienes razón. Una vez me reprendieron por cuan emocional puedo ponerme repentinamente, cuando normalmente soy tranquila. Después de todo, tal vez no estoy hecha para el trabajo de laboratorio. 

Caminaron juntos por el camino hacia la estación. Excluyendo unos cuantos restaurantes, los negocios abiertos hasta tarde estaban prohibidos en la ciudad. En cuestión de horas, la multitud de gente caminando arriba y abajo por las calles desaparecería. Shion le dio un ligero empujón a la espalda de Safu. Sus últimas palabras le habían sonado algo abatidas. 

―¿Se supone que esa es la voz de alguien que pasó los exámenes y está a punto de ir al extranjero? 

Safu levantó el rostro y sonrió. ―¿Estás celoso, no?

―Sí. 

―Eso es muy sincero de tu parte.

―Se honesto contigo mismo, se amable con los demás; ese ha sido mi 
lema estos días. 

―Mentiroso. 

―¿Eh? 

―No estás para nada celoso. 

Shion se detuvo. Safu lo miraba desafiante. Cuando iba a decir su nombre, repentinamente fue sujetado desde atrás por el hombro. 

―Disculpe. ―Shion se dio la vuelta. Un hombre estaba parado ahí, sonriendo. Era más o menos una cabeza más bajo que Shion, y usaba un uniforme del Departamento de Seguridad, completamente azul marino y hecho de un material especial llamado superfibra, que tenía impresionantes cualidades para su apariencia anodina: con durabilidad mayor al acero, servía muy bien como chaleco antibalas; al mismo tiempo, permitía pasar fácilmente el aire para que la prenda estuviera ventilada. Conforme se acercaban al Bloque Oeste incrementaba el número de esos oficiales uniformados de la aplicación de la ley del Departamento de Seguridad. Shion se sacudió la mano del hombre y habló. 

―¿Puedo ayudarle?

―Ah, bueno... sólo quería hacerles un par de preguntas... ¿Qué edad tienen? 

―Dieciséis. 

―¿Ambos? 

―Sí. 

―¿Saben que los menores de dieciocho años tienen prohibido estar fuera después de las nueve? 

―Sí, pero aún no son las ocho. 

―Shion, ―susurró Safu bruscamente. Le estaba diciendo que no discutiera, pero el uniforme del Departamento de Seguridad que estaba frente a él le trajo a la memoria los ojos del oficial de interrogatorios llamado Rashi. En lugar de sentirse intimidado, Shion se sentía desafiante. 

―Sus tarjetas ID, por favor, de ambos. ―Tal vez había notado la actitud rebelde de Shion. El hombre borró la sonrisa de su rostro y exigió sus tarjetas de identificación sin expresión. Safu le pasó su tarjeta plateada y Shion silenciosamente hizo lo mismo. 

―Sus números de Ciudadano, en orden. 

―SSC-000124GJ. 

―Qw-55142. 

El hombre retiró las tarjetas de su lector portátil, y giró para dirigirle a Safu una ligera inclinación. 
―Una estudiante de Curso Especial como tú no debería deambular en estas áreas a una hora tan tardía. Te aconsejo que vayas a casa. 

―Iba en camino... me dirigía a la estación. 

―Permítame acompañarla. 

―No gracias. Él lo hará.― Safu se colgó del brazo de Shion. 

―Yo la llevaré, ―dijo Shion brevemente. ―Allí es a donde nos dirigíamos en primer lugar. Vamos, Safu. 

Arrebatando las tarjetas de la mano del oficial, Shion sujetó la mano de Safu, y se alejó con rapidez. Cuando volteó un momento después, el hombre ya había desaparecido entre la bulliciosa multitud. 

―Eso me asustó. ―Safu se apretó el pecho. ―Nunca había sido reprendida por el Departamento de Seguridad. 

―Sucede todo el tiempo, ―contestó Shion. ―Si no tuvieras tu ID del Curso especial nos hubiera molestado incluso más. 

―¿En serio? 

―En serio, ―dijo sombríamente Shion. ―Como el tren que vas a abordar. Con esa tarjeta ID, puedes evitar el carro general y subirte en Clase Especial. Ese es el tipo de ciudad en la que vivimos, todos están clasificados en categorías basadas en habilidades, riqueza, y todos esos otros factores. 

―No hables de esa forma, ―protestó Safu. ―No “clasificas” a la gente como “clasificas” a la basura y la mercancía. Las personas son personas, son humanos. 

―Safu, en esta ciudad no importa si somos personas o no. Importa qué tan útil eres a la ciudad. Así es. 

―Shion... 

―Regresando a cuando me llamaste mentiroso, no lo soy. Por supuesto que estoy celoso, obtuviste todos tus privilegios, y se te permite estudiar y experimentar lo que desees. Estoy celoso, Safu; incluso te envidio, tienes todo lo que yo no tengo. 

Shion se calló, y dejó escapar un largo suspiro. Había ido demasiado lejos, era vergonzoso; mezquino, embarazoso, patético. Chasqueó la lengua con frustración. 

Safu también suspiró.

―Aun así eres un mentiroso. 

―¿Eh? 

―¿No me escuchaste? Aún-así-eres-un-mentiroso. Además puedo añadir “gran”, si gustas. Sólo estás fingiendo envidiarme ¿O ni siquiera te das cuenta que estás mintiendo? Que chico tan tonto tengo aquí. 

―Safu, ¿Qué- ―empezó Shion con exasperación. 

―Si realmente me envidiaras y estuvieras resentido, no serías capaz de salir a comer conmigo. Pero tú estás riendo, comiendo, conversando y lanzando bromas como si nada. 

―Oye, también tengo algo de orgullo. Obviamente no voy a mostrarme abiertamente celoso. 

―Shion, ―dijo Safu firmemente. ―Mi especialización es en funciones cognitivas, la actividad cerebral y su relación con las hormonas. 

―Lo sé. 

―Bien, porque si no lo supieras, me molestaría. No te lo he dicho una y otra vez por nada. Como sea, ―continuó rápidamente ―dices que estás ocultando tu resentimiento y fingiendo disfrutar estar conmigo. Eso sería estresante, ¿no? 

―Supongo... ―contestó Shion dudando. 

Sería estresante. Y cuando sientes estrés, las glándulas suprarrenales liberan hormonas esteroidales llamadas corticosteroides que influyen en tu cerebro y lo que hacen en la actividad cerebral es- 

―Ok, Safu, lo entiendo. ―la interrumpió Shion. ―Eso es suficiente. Guárdate la lección para la próxima vez y escucharé cuidadosamente- 

―Escúchame: no estás sintiendo ningún estrés, no estás para nada resentido conmigo. Shion, ¿Qué es lo que deseas hacer? 

―¿Eh? 

―Si quisieras continuar tus estudios, podrías estar resentido conmigo, pero no lo estás. Dijiste que yo tenía todo lo que tú no tienes, entonces, ¿Qué es lo que tienes? No puedes decir que no tienes nada, ―añadió hastiada. ―La gente que no tiene nada– no– las personas que piensan que no les queda nada, no pueden sonreír como tú lo haces, o hablar como tú. Para que tus emociones no tengan influencia en tus acciones, para tener ese nivel de control perfecto, se requiere entrenamiento especial. No tienes ningún entrenamiento especial; no creo que seas una persona muy emocional, pero tampoco creo que tengas la habilidad de controlar tus emociones al 100 %. La única razón para que puedas tener una conversación normal conmigo y reírte conmigo es porque tienes un cierto nivel de seguridad emocional. 

―Safu, todo lo que acabas de decir es teoría de pacotilla. Los humanos tienen emociones complejas, no son como ratas de laboratorio. No creo que puedas explicar tan fácilmente cómo influyen las emociones en las acciones de las personas. Es arrogante creer que la ciencia puede explicar todo sobre la naturaleza humana. 

Safu arrugó el ceño. Se acercaban a la estación. ―No sabía que quisieras convertirte en escritor. ―Safu, ―dijo Shion cansinamente. 

―Entonces lo diré en un contexto literario. Seguridad emocional... estoy hablando sobre esperanza, o sueños; los tienes, es por lo que no te sientes resentido hacia mí. Shion, ¿En qué tienes esperanza? 
Esperanza. Se repitió la palabra en silencio. Era una palabra que no había utilizado por años. No era dulce o amarga, pero lo calentaba desde el fondo de su cuerpo. 
Esperanza. ¿En qué tengo esperanza? 

Su futuro prometedor se había derrumbado. Lo que le quedaba ahora era su madre, el exiguo salario de su trabajo, su cuerpo de dieciséis años. ¿Qué esperanza residía en ellos? No estaba seguro, pero estaba seguro que tampoco había perdido completamente la esperanza. 

Entraron en la estación. El viejo distrito donde Shion vivía se localizaba junto al Bloque Oeste y el borde de la ciudad, y funcionaba como una especie de zona barrera entre el centro de la ciudad y el Bloque Oeste. Se llamaba Lost Towny lejos de la tranquilidad del centro de la ciudad, era un lugar escuálido y con mucha población. La estación en la que estaban también estaba abarrotada; el ligero olor de comida frita y alcohol flotaba en el aire. 

―Estaré bien desde aquí. ―Safu se detuvo. Había un insecto negro alado en su hombro; apartándolo, Shion le hizo una pregunta despreocupada. 

―Ten cuidado. Oh, ¿Cuándo dijiste que te vas de intercambio? 

―En dos días. 

―¡Dos días! ―exclamó Shion. ―¿Por qué no me lo dijiste antes? 

―Porque no quería. ¿Me hubieras organizado una fiesta de despedida si lo hubiera hecho? 

Safu levantó desafiante la barbilla. 

―Shion, quiero pedirte algo. 

―Seguro, si puedo arreglármelas para conseguirlo a tiempo... 

―Tu esperma. 

Safu miró a Shion a los ojos mientras decía esas palabras. No pestañeó ni una vez. Shion la miró con la boca abierta. 

―¿Me escuchaste? Quiero tu esperma. ―Uh- ¿Qué? Safu... um- 

―De toda la gente que conozco, probablemente tú serías el mejor donador de esperma. Tu esperma y mi ovulo. ¿No crees que producirían el niño más perfecto? Lo quiero, Shion. Quiero tu esperma. 

―La inseminación artificial necesita autorización de la ciudad, ―respondió Shion, cuidadosamente. 

―Obtener un permiso sería fácil. La ciudad alienta la inseminación artificial entre personas que poseen excelente ADN y habilidades superiores. 

Shion tragó, y se dio la vuelta. El insecto alado cruzó su línea de visión, zumbando incesantemente. La irritación aumentó dentro de él. 

―Safu, no sé si te lo había dicho, pero nunca conocí a mi padre. No conozco su personalidad, su estatura, o si tiene alguna enfermedad. 

―Lo sé. Pero los padres no importan. El noventa por ciento del genoma humano ya ha sido descodificado, puedo descubrir lo que necesite saber sobre tu información genética. 

―Y entonces... si obtienes la información, y hay algo que no quieras, ¿Qué vas a hacer? 

―Bueno... 

―Safu, ¿A dónde intentas llegar? ¿Piensas que un ser humano es completamente lo que su secuencia de ADN dice que es? Claro, puedes mirar mi ADN, analizar mis genes, pero ¿Qué es lo que te dirá sobre mí? Hablas sobre tener hijos como si fuera fácil, pero- 

―¡Sé mucho más de lo que tú crees! 

La estridente voz de Safu lo cortó. La gente volteaba la cabeza mientras pasaba. 

―Hemos estado juntos desde que teníamos dos años. Sé la clase de persona que eres, qué te gusta hacer... lo sé. Lo sé, y aun así te estoy diciendo esto- tú eres el único que no sabe nada. 

―¿Qué?

Safu murmuró algo, pero no logró entenderlo. Se inclinó ligeramente hacia ella 
para poder escuchar mejor. 

―Quiero tener sexo contigo. 

Sus palabras sonaron claramente en los oídos de Shion. 

―Safu... 

―No quiero tu esperma, no quiero inseminación artificial, no me importa tener hijos o no. Quiero tener sexo contigo. Eso es. 

―Espera, uh- espera un minuto... Safu, yo- 

―Justo ahora. 

Shion inhaló. La esencia grasienta de la comida frita llenaba sus fosas nasales. El reloj dio las ocho en punto. 

―Ahora no.

―¿Por qué no? ¿Por qué no estás interesado en mí? ¿O no estás 
interesado en el sexo? 

―Estoy interesado en ambos. Pero... no quiero hacerlo, no ahora, contigo. 

―¿Entonces es porque es conmigo? 

―No- mi cuerpo probablemente respondería sin problema. Incluso ahora yo... pero- pero es por eso que no quiero. No quiero dormir contigo sin detenerme a pensarlo. 

―Sabes que es como decir que nunca me has visto de esa forma antes. 

―Sí. Siempre pensé en ti como una amiga. 

―No puedo creerlo. ―Safu suspiró con exasperación. ―¿Por qué eres tan niño? Como sea. Me voy a casa. 

―Safu, en dos años- 

―¿Mm? 

―Tu intercambio es por dos años, ¿Cierto? Cuando regreses, yo te lo preguntaré. 

―¿Si quiero tener sexo? 

―Sí. 

―Indiscutiblemente eres un idiota, si alguna vez he visto uno. No sé como has podido llegar tan lejos siendo tan relajado. 

―Cuídate. No trabajes mucho. 

―Oh, puedes contar con que trabaje mucho. Trabajaré tan duro, que mantendré alejados a todos los chicos. 

Con un distraído agitar de mano en despedida, Safu se dio la vuelta, y le brindó una pequeña sonrisa. Un pequeño animal gris esquivó velozmente los pies de Safu y trepó en el cuerpo de Shion. 

―¡Un ratón!

Un pequeño ratón del tamaño del meñique de Shion se sentó en su hombro, agitando la nariz. 

―Me sorprende ver ratones en esta ciudad. Pero es un poco lindo― musitó Safu. 

―También muy amigable.

El ratón acercó su cara al oído de Shion. 

―Aún eres un cándido―susurró. 

Sintió que lo atravesaba una corriente eléctrica. Atrapó al ratón, pero se deslizó entre sus dedos, de su hombro y salió disparado hacia la salida de la estación. Cierto, era un distrito antiguo- pero Lost Town aún estaba en los límites de la ciudad, y los ratones eran raros; el Departamento de Salud e Higiene supervisó la erradicación total de todas las plagas, animales o insectos. La gente no estaba acostumbrada a ver al ratón que corría entre sus pies, así que desde la multitud zumbaban gritos de sorpresa y quejidos de ansiedad. 

Y justo al final de la multitud, Shion vio un par de ojos grises. Fue durante un instante pero una descarga atravesó de nuevo su cuerpo. 

―¡Nezumi! 

―Shion, ¿Qué ocurre? 

―Safu, ¿Puedes llegar a tu casa tú sola, cierto? 

―¿Qué? Por supuesto. Estaba a punto de hacerlo, ¿No? ¿Cuál es el problema? ¿Por qué estás tan agitado? 

―Lo siento.

Después de que se separaran allí, no volvería a ver a Safu en dos años. Sabía que tenía que darle una despedida apropiada, hasta el último segundo, verla yéndose hasta desaparecer entre la abarrotada multitud. Independientemente de si tuvieran sexo o no, no cambiaba el hecho de que Safu era importante para él. Sabía bien que prácticamente no era la despedida apropiada que ella se merecía; lo sabía; pero lo que pensaba que sabía tan bien fue apartado instantáneamente. Su cuerpo se movió por su cuenta, desafiando su pensamiento racional. Sí, lo había experimentado cuatro años antes- incluso aunque sabía que la sensatez era siempre la respuesta correcta. 

Encender el sistema de seguridad. Notificar al Departamento de Seguridad. Eliminar la presencia de extraños. Las había desafiado todas. Era lo mismo ahora. Estaba dejando que sus emociones controlaran sus acciones. 

Había empezado a llover afuera, las gotas de lluvia se escurrían por su mejilla. En la multitud de personas caminando arriba y abajo, no se veía ningún rostro familiar. 

―¡Shion! ―Karan saludó a su hijo en la puerta, y abrió mucho los ojos. ― ¡Estás completamente empapado! ¿Qué estabas haciendo? 

―Caminando.

― ¿En la lluvia? ¿Desde dónde?

―La estación.

―¿Y por qué razón te quisiste mojar tanto?

―Me estaba refrescando.

―Refrescando, ¿Mmm? Relajado como siempre, ¿No? 

Safu había usado las mismas palabras sólo momentos antes. Shion se rio entre dientes y empezó a secarse el cabello. Repentinamente había enfriado mucho desde que empezó a llover; el viejo calentador de queroseno estaba zumbando para mantener caliente la habitación. Karan bostezó, ya era su hora de ir a dormir. Escondida en una esquina de Lost Town, Karan poseía una modesta panadería. Era pequeña, sólo con un mostrador; pero la gente parecía ser atraída por el aroma de pan recién horneado que flotaba desde la puerta temprano cada mañana, y el negocio estaba en auge. Abría temprano, y también dormía temprano. Eran alrededor de las nueve, lo que para Karan era como medianoche. 

―Estaba pensando en incrementar el lote de rollos de mantequilla mañana. Y tal vez ser un poco aventurera e intentar vender algunos pasteles sencillos, además de los panquecitos que vendemos. ¿Qué piensas? 

―¿Cómo pastel de cerezas? 

―Precisamente ese. Una cosita que la gente pueda comprar como un tentempié, pero un poco más elevado que el pan o panquecitos. Un pequeño recuerdo para un día especial, o algo así. 

―Eso suena genial, ―se entusiasmó Shion.

―¿Eso crees? Y tener pasteles en el mostrador podría animar un poco las cosas. 

Shion asintió, y se dispuso a salir del comedor. En esa casa, no tenían el lujo de dormitorios privados. Karan dormía en una esquina del comedor, y Shion en la bodega. 

―Shion, ―lo llamó su madre. Se dio la vuelta. ―¿Algo sucedió?

―¿Eh? 

―¿Te pasó algo que hizo que necesitaras refrescarte? ―Karan continuó, sin esperar la respuesta de Shion. ―Cuando llegaste a casa, parecías un poco mareado. Ni siquiera pareciste darte cuenta que estabas mojado. E... incluso ahora

―¿Ahora?

―Luces ausente, pero por otra parte un poco agitado... es extraña la expresión que tienes.¿Quieres que traiga un espejo? 

Shion exhaló un poco.

―Alguien murió hoy en el parque.

―¿Qué? ¿En el Parque Forestal? No había nada sobre ello en las noticias. 

¿Nada en las noticias? ¿Eso significaba que el hombre murió de causas naturales? Aunque repentino, tal vez fuera explicable. No suficiente para ser una noticia, sólo una muerte natural – Shion sacudió la cabeza. Por supuesto que no, el tiempo que le tomó a ese cuerpo ponerse rígido, la expresión en su rostro, la mancha verde. Todo eso fue demasiado anormal. 

Al Departamento de Seguridad sólo le había explicado lo que había encontrado en la escena. Fingió que no había notado el rigor mortis o la mancha- tuvo el presentimiento que tenía que hacerlo. No sabía por qué, pero una voz en su interior le dijo que se hiciera el tonto, que mintiera; igual que un animal pequeño puede sentir el peligro y esconderse, su instinto le había advertido. Instinto–ahí estaba de nuevo. Estaba actuando no con sensatez, sino por capricho. Se alejaba de la lógica y el sentido común con mucha facilidad para sucumbir a sus instintos. Shion suspiró profundamente. Era un poco difícil respirar. 

―¿Y era por eso por lo que estabas agitado? 

―Bueno, sí. Nunca antes había visto un cadáver. 

Estoy mintiendo, mamá. Hoy vi de nuevo esos ojos. Vi a Nezumi. Tengo el presentimiento de que algo va a pasar. Es por eso que— 

Karan sonrió y le deseó buenas noches. Era una sonrisa gentil. Le deseó buenas noches en respuesta y dejó la habitación. 

La apariencia de Karan aún era rechoncha, pero lucía mucho más joven que antes. Parecía como que no había tomado muy ásperamente la mudanza de Cronos a Lost Town. Sonreía con frecuencia y hablaba sobre cuan agradable era hornear pan, y cuan edificante era cuando la gente lo compraba. No era sólo una fachada de amabilidad o deseo de tranquilizar a su hijo; Karan no estaba para nada desesperada por su vida allí. En Cronos, les habían dado todo, pero su vida en Lost Town era algo que Karan había construido con sus propias manos. Ese era por qué Shion no quería destruirlo; no quería arrancar de raíz su vida entera, como había hecho cuatro años antes; no quería que ella se viera envuelta en problemas de nuevo. 

Shion colapsó en la cama. Sentía un ligero frío, y había un tenue dolor en la parte trasera de su cabeza. Cuando cerró los ojos, una ráfaga de imágenes se disparó en sus párpados. La mancha verdosa, la lechuga abandonada, la camisa rosa, el rostro de Safu. Quiero tener sexo. El ratón que había trepado su cuerpo. Aún eres cándido. 

La parte más profunda de su cuerpo se calentó, su latido se aceleró. No era un sueño, no era una ilusión. Nezumi existió ahí, en la multitud de personas de la estación. Fue una aparición llamativa la que hiciste ahí. ―Imbécil, ―murmuró en voz baja. ¿Qué se suponía que tenía que esperar de esa corta aparición? ¿Qué estaba planeando hacer Nezumi? 

Shion se sentó en la cama. Dejando a Safu a un lado, ¿El cuerpo en el parque y Nezumi estaban conectados de alguna forma? En la misma noche que encontró el cuerpo, Nezumi aparecía. ¿Era una coincidencia? Si estaban relacionados, ¿Cómo estaban-? 

Un timbre interrumpió sus pensamientos. El teléfono móvil de su tarjeta ID estaba sonando. No podía ser, sabía que no podía ser Nezumi, pero su corazón se aceleró. Sus dedos temblaron al agarrar la tarjeta. Letras blancas parpadearon en la pantalla- Safu. Presionó el botón de Conversación y la pantalla cambió al rostro de Safu. 

―Shion, ¿Estabas dormido? 

―Ah—um, no. 

Lo había olvidado. Debió ser él quien la llamara, y terminara la despedida que había dejado a medias. 
―Safu, siento mucho lo de antes. Yo- 

―Esa persona era tan importante para ti, ¿Eh? 

―¿Eh? 

El rostro de Safu se había transformado en una sonrisa irónica. Era serena y hermosa. 

―Nunca antes te había visto así. ¿Sabes que clase de expresión tenías? ―¿Eh? Espera-¿Lucía tan mal? 

―En realidad fue muy interesante. Me mantuvo entretenida todo el tiempo. Primero, fue de asombro, y entonces-bueno, veamos -¿Cómo podría llamarlo? ¿Alegría? Fascinación, tal vez. Suficiente para borrar todo lo demás de tu mente. Y entonces saliste inmediatamente de la estación, dejándome sola. Triste historia, ¿Eh? Lo sé. 

―Lo siento mucho. No puedo disculparme lo suficiente. 

―Te diré que estás disculpado. Al menos pude ver una nueva faceta tuya- nunca antes te había visto con esa expresión. Así que, Shion, ¿Quién es esa persona que te hace lucir así? ¿Es ella tan importante que te hace dejar todo y correr tras ella? 

―Sí. 

Incluso él se sorprendió ante su rápida afirmación.

―Em, Safu, no me malentiendas. No es una novia, o nada por el estilo. 

―Uh-realmente no puedo explicarlo bien, pero...

―También es la primera vez que te veo atorarte intentando explicar algo. Está bien si tienes una novia, no me importa si ya estás interesado en alguien.-No, eso era una mentira; mírame, siempre intento poner una expresión firme en cualquier situación. Es un mal hábito mío. 

―Eso no es cierto, ―replicó Shion. ―Siempre eres fiel a ti misma.

―Sólo frente a ti. ¿No te diste cuenta? ―continuó Safu, y su expresión se hizo más seria. 

―Safu, en serio, em- cuídate. Cuando nos veamos en dos años- 

―Te amo Shion. Más que a nadie en el mundo. 

La línea se cortó sin esperar su respuesta. Podía escuchar el golpeteo de la lluvia. Creyó ver algo moviéndose en una esquina de la habitación. 

―¿Nezumi? 

En medio de costales de harina y azúcar apiladas en la bodega, sólo el sonido de la lluvia hacia eco. Shion abrazó sus rodillas y se sentó silenciosamente en la oscuridad, prestando oído a la continua llovizna. La lluvia no mostraba signos de empeorar o parar, y continuó durante el resto de la noche. 

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